Creemos que, después del artículo anterior, poco
queda que decir a propósito de la montaña. Sin embargo, hemos traducido estos
dos textos que fueron escritos en el siglo XVII por dos rosacruces ingleses.
El primero de estos escritos se atribuye a Eugenio
Filaleteo, célebre cabalista y alquimista inglés, autor de varias obras, entre
ellas el Tratado del Cielo Terrestre y la Magia Adámica.
El segundo es obra de Robert Fludd, que también
nació en Inglaterra a finales del siglo XVI y se encuentra en su Tractatus
Theológico-Philosophicus. Fludd viajó y estudió mucho, doctorándose en medicina.
Fue un hombre de vasta cultura y un gran inventor. Defendió a los Rosa-Cruces
contra el manifiesto de Gabriel Naudé y murió en Londres el ocho de septiembre
de 1637.
Ambos autores parecen hablar de lo mismo en los
pasajes que hemos seleccionado y lo hacen incluso con un lenguaje que presenta
bastantes semejanzas. Creemos que los dos describen una experiencia muy
importante y concreta, la experiencia por excelencia, que tiene lugar entre el
Cielo y la Tierra, en las alturas profundas de la montaña.
LA MONTAÑA
Hay una montaña situada en medio de la tierra, o
centro del mundo, que es, al mismo tiempo, pequeña y grande, blanda y más allá
de toda medida dura y pétrea. Está alejada y sin embargo, al alcance de la mano,
pero, por la providencia de Dios, es invisible. En ella están escondidos los
mayores tesoros que el mundo no es capaz de valorar. Esta montaña, a causa de la
envidia del Diablo, siempre opuesto a la Gloria de Dios y a la felicidad del
hombre, está rodeada de bestias muy crueles y de otras aves rapaces que hacen el
camino difícil y peligroso.
Y por esta razón hasta el día de hoy, porque los
tiempos no han llegado aún, el camino que conduce allí no ha podido ser
encontrado ni imaginado. Pero ahora al fin, el camino será encontrado por
aquellos que son dignos de él, pero con todo y con eso por el trabajo y los
esfuerzos del hombre.
Iréis hacia la montaña en el curso de una cierta
noche (cuando aquello viene) muy larga y muy oscura y tened cuidado de haberos
preparado vosotros mismos por la oración. Insistid para conocer el camino que
conduce a la montaña, pero no preguntéis a nadie donde se encuentra: Seguid
solamente a vuestro Guía que se presentará a vosotros y os vendrá a encontrar en
el curso del camino. Pero vosotros no le conoceréis. Este Guía os conducirá a la
Montaña a medianoche cuando todo está en silencio y es oscuro. Es necesario que
os arméis de un valor decidido y heroico sin lo cual tendréis miedo de las cosas
que ocurrirán y caeréis hacia atrás. No tenéis necesidad ni de espada ni de
ninguna otra arma corporal: Sólo pedid a Dios su ayuda, sinceramente y con todo
vuestro corazón. Cuando hayáis descubierto la Montaña, he aquí el primer milagro
que aparecerá: Un viento muy impetuoso y muy grande sacudirá la Montaña y hará
estallar las rocas a pedazos. Vosotros estaréis también rodeados de leones, de
dragones y de otras bestias terribles: Pero no tengáis miedo de todas estas
cosas. Sed resueltos y tened cuidado de no volveros atrás porque vuestro Guía,
el que os ha conducido hasta allí, no permitirá que ningún mal os alcance. Pero
en cuanto al tesoro, no está aún descubierto aunque esté muy cerca. Después de
este viento vendrá un temblor de tierra que derribará todo lo que el viento
había dejado y lo allanará todo. Pero estad seguros de que vosotros no seréis
derribados. Después del temblor de tierra caerá fuego que consumirá toda la
mugre de la tierra y descubrirá el tesoro. Pero vosotros no podéis verlo aún.
Después de todas estas cosas y cerca del alba, habrá una gran calma, veréis la
estrella de la mañana, la aurora se os aparecerá y veréis un gran tesoro: La
cosa más importante y perfecta en él es una cierta tintura exaltada, con la cual
el mundo, si ha servido a Dios y si es digno de un tal don, puede ser teñido y
transformado en el oro más puro. Esta tintura empleada según la instrucción de
vuestro Guía, os hará joven si sois viejo y no tendréis ya mal alguno en ninguna
parte de vuestro cuerpo. Con la ayuda de esta tintura encontraréis también
perlas de una perfección inimaginable. Pero no os atribuyáis nada a vosotros
mismos de vuestros poderes presentes, contentaros solamente con lo que vuestro
Guía os comunicará; load a Dios perpetuamente por su Don y tened cuidado en no
usarlo para un fin de agasajo mundano: Empleadlo en trabajos tales que sean
contrarios al mundo.
Usadlo rectamente y gozad de él como si no lo
tuvierais. Llevad una vida templada, sin pecado, sin lo cual vuestro Guía os
abandonará y seréis privado de su gozo: Sabed esto en verdad: El que haya
abusado de la tintura y no viva de un modo ejemplar, con pureza y devoción ante
los hombres, perderá este beneficio y no le quedará casi la esperanza de
encontrarlo de nuevo después. He aquí la descripción que nos han hecho de la
Montaña de Dios, el Horeb Místico y Filosófico que no es nada más que la parte
más elevada y más pura de la tierra.
Eugenio Filaleteo
LA MONTAÑA
En todas las edades de la Iglesia, habrán hombres a
quienes será dada, para vencer, esta madera que está en el paraíso de Dios, o el
maná oculto, o la estrella matutina, o blancos vestidos con los que vestirse o
el don de que su nombre no sea borrado del Libro de la Vida, o que serán
columnas del Templo y llevarán el nombre nuevo del Cordero.
Además, la Verdad misma nos ha prometido que todo
lo que estaba oculto, será manifestado, que todo lo que estaba escondido será
conocido.
Se deduce de todo ello que la Verdad está guardada
por una élite; que esta Verdad será revelada antes de la revolución (el fin) de
los tiempos por voluntad y con permiso de Nuestro Señor Jesucristo, como ha sido
anunciado por los profetas y los apóstoles. Como Juan Bautista preparó y anunció
la llegada de Cristo, así la élite en la que habita el espíritu prepara el
advenimiento del Sión todopoderoso y del deslumbrante sol de la Verdad; son como
los albores que preceden a la aurora. Pero, ¡OH DIOS! Cuán ocultas son las
virtudes de estos hombres! ¡Cuán secretos los lugares en los que, en nuestro
siglo, ha fijado su morada terrestre el Espíritu!
Gozan de incalculables riquezas y parecen pobres y
desconocidos en el mundo, pues el mundo no conoce a los hijos de Dios ya que los
hijos de Dios no quieren conocer al mundo.
Sin embargo, la voluntad de Dios es que lo oculto
sea manifestado. Ha declarado a través de su profeta que antes de la revolución
(el fin) del mundo toda carne será penetrada por su espíritu.
El salmista real afirma que los hijos de los
hombres de fe serán embriagados de voluptuosidad bajo las alas protectoras de
Dios, que es la Fuente de la Vida y que veremos la luz en su luz.
Veamos pues, a través de qué hombres, inspirados
por Dios por la virtud del Espíritu, puede realizarse el anuncio y la revelación
de esta luz.
No se encuentran entre los Padres doctores en
Teología ni tampoco junto al mismísimo Papa, que parece poseer y reivindicar en
la tierra la cátedra de Jesucristo.
Demostraré que los hombres en cuestión, aquellos
que han de poseer en su plenitud todos los dones de la ciencia, no se hallan
entre estos últimos, que tienen pocos (dones de la ciencia) o carecen de ellos,
pues les falta el goce completo de los dones del Espíritu Santo enumerados en la
Epístola de los Corintios.
No es que carezcan totalmente de dones, uno es
elocuente, otro más casto, otro más creyente, etcétera, pero estos dones son en
ellos como una representación, un poco como la imagen o la sombra respecto al
cuerpo.
Los dones reales y eficaces comportan la profecía,
la facultad de hacer milagros, la posesión de lenguas, la capacidad de curar
enfermedades y son dones que hay que descubrir entre los anunciadores de la
verdad oculta.
Los elegidos de Dios dicen la verdad plena,
profetizan, tienen visiones verdaderas, se expresan en lenguas, interpretan con
exactitud las Escrituras, expulsan los demonios, curan enfermos, observan
preceptos divinos y no se oponen al Verbo de Dios. Estos son los indicios que
pueden hacernos reconocer a los verdaderos discípulos del Espíritu. Y si alguno
de nuestros sabios se presenta ante el mundo vulgar como poseedor de todos o de
la mayoría de estos dones, mentirá, pues la Verdad no estará en él, no será un
servidor de Jesucristo sino un esclavo del mundo y lo propio del mundo es odiar
a los justos.
A través de mi búsqueda minuciosa he llegado a la
conclusión, hermanos muy iluminados, que estáis realmente iluminados por el
Espíritu por la impulsión y las advertencias divinas en las que se anuncian y
desvelan las cosas que los textos Sagrados han predicho místicamente como
teniendo que ocurrir inmediatamente antes del fin del mundo.
Vosotros que estáis por encima de los hombres de
esta época, habéis recibido del Creador del mundo una felicidad, una virtud
espiritual y una gracia divina superiores. Veis en su luz, estáis reconfortados
por el Espíritu de la Sabiduría, lleváis una vida feliz y es evidente que habéis
recibido todos los dones del Espíritu Santo.
Y si vuestros actos están conformes con vuestras
palabras, lo que confieso soy incapaz de dudar, digo que habrá que creer en
vuestras profecías ya que están en perfecta relación con la Fuente Sagrada de la
Verdad.
¿Qué entendéis, en efecto, por vuestro León
triunfante que ha de venir pronto y que sale de la Tribu de Judá? ¿A qué os
referís al hablar de aurora naciente? ¿No es la claridad eterna, anunciada en
las Escrituras?
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