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domingo, 17 de marzo de 2013

Eugenio Filaleteo: La Montaña

Creemos que, después del artículo anterior, poco queda que decir a propósito de la montaña. Sin embargo, hemos traducido estos dos textos que fueron escritos en el siglo XVII por dos rosacruces ingleses.
 
El primero de estos escritos se atribuye a Eugenio Filaleteo, célebre cabalista y alquimista inglés, autor de varias obras, entre ellas el Tratado del Cielo Terrestre y la Magia Adámica.
 
El segundo es obra de Robert Fludd, que también nació en Inglaterra a finales del siglo XVI y se encuentra en su Tractatus Theológico-Philosophicus. Fludd viajó y estudió mucho, doctorándose en medicina. Fue un hombre de vasta cultura y un gran inventor. Defendió a los Rosa-Cruces contra el manifiesto de Gabriel Naudé y murió en Londres el ocho de septiembre de 1637.
 
Ambos autores parecen hablar de lo mismo en los pasajes que hemos seleccionado y lo hacen incluso con un lenguaje que presenta bastantes semejanzas. Creemos que los dos describen una experiencia muy importante y concreta, la experiencia por excelencia, que tiene lugar entre el Cielo y la Tierra, en las alturas profundas de la montaña.
 

LA MONTAÑA

Hay una montaña situada en medio de la tierra, o centro del mundo, que es, al mismo tiempo, pequeña y grande, blanda y más allá de toda medida dura y pétrea. Está alejada y sin embargo, al alcance de la mano, pero, por la providencia de Dios, es invisible. En ella están escondidos los mayores tesoros que el mundo no es capaz de valorar. Esta montaña, a causa de la envidia del Diablo, siempre opuesto a la Gloria de Dios y a la felicidad del hombre, está rodeada de bestias muy crueles y de otras aves rapaces que hacen el camino difícil y peligroso.
 
Y por esta razón hasta el día de hoy, porque los tiempos no han llegado aún, el camino que conduce allí no ha podido ser encontrado ni imaginado. Pero ahora al fin, el camino será encontrado por aquellos que son dignos de él, pero con todo y con eso por el trabajo y los esfuerzos del hombre.
 
Iréis hacia la montaña en el curso de una cierta noche (cuando aquello viene) muy larga y muy oscura y tened cuidado de haberos preparado vosotros mismos por la oración. Insistid para conocer el camino que conduce a la montaña, pero no preguntéis a nadie donde se encuentra: Seguid solamente a vuestro Guía que se presentará a vosotros y os vendrá a encontrar en el curso del camino. Pero vosotros no le conoceréis. Este Guía os conducirá a la Montaña a medianoche cuando todo está en silencio y es oscuro. Es necesario que os arméis de un valor decidido y heroico sin lo cual tendréis miedo de las cosas que ocurrirán y caeréis hacia atrás. No tenéis necesidad ni de espada ni de ninguna otra arma corporal: Sólo pedid a Dios su ayuda, sinceramente y con todo vuestro corazón. Cuando hayáis descubierto la Montaña, he aquí el primer milagro que aparecerá: Un viento muy impetuoso y muy grande sacudirá la Montaña y hará estallar las rocas a pedazos. Vosotros estaréis también rodeados de leones, de dragones y de otras bestias terribles: Pero no tengáis miedo de todas estas cosas. Sed resueltos y tened cuidado de no volveros atrás porque vuestro Guía, el que os ha conducido hasta allí, no permitirá que ningún mal os alcance. Pero en cuanto al tesoro, no está aún descubierto aunque esté muy cerca. Después de este viento vendrá un temblor de tierra que derribará todo lo que el viento había dejado y lo allanará todo. Pero estad seguros de que vosotros no seréis derribados. Después del temblor de tierra caerá fuego que consumirá toda la mugre de la tierra y descubrirá el tesoro. Pero vosotros no podéis verlo aún. Después de todas estas cosas y cerca del alba, habrá una gran calma, veréis la estrella de la mañana, la aurora se os aparecerá y veréis un gran tesoro: La cosa más importante y perfecta en él es una cierta tintura exaltada, con la cual el mundo, si ha servido a Dios y si es digno de un tal don, puede ser teñido y transformado en el oro más puro. Esta tintura empleada según la instrucción de vuestro Guía, os hará joven si sois viejo y no tendréis ya mal alguno en ninguna parte de vuestro cuerpo. Con la ayuda de esta tintura encontraréis también perlas de una perfección inimaginable. Pero no os atribuyáis nada a vosotros mismos de vuestros poderes presentes, contentaros solamente con lo que vuestro Guía os comunicará; load a Dios perpetuamente por su Don y tened cuidado en no usarlo para un fin de agasajo mundano: Empleadlo en trabajos tales que sean contrarios al mundo.

 
Usadlo rectamente y gozad de él como si no lo tuvierais. Llevad una vida templada, sin pecado, sin lo cual vuestro Guía os abandonará y seréis privado de su gozo: Sabed esto en verdad: El que haya abusado de la tintura y no viva de un modo ejemplar, con pureza y devoción ante los hombres, perderá este beneficio y no le quedará casi la esperanza de encontrarlo de nuevo después. He aquí la descripción que nos han hecho de la Montaña de Dios, el Horeb Místico y Filosófico que no es nada más que la parte más elevada y más pura de la tierra.

 

Eugenio Filaleteo
LA MONTAÑA
 
En todas las edades de la Iglesia, habrán hombres a quienes será dada, para vencer, esta madera que está en el paraíso de Dios, o el maná oculto, o la estrella matutina, o blancos vestidos con los que vestirse o el don de que su nombre no sea borrado del Libro de la Vida, o que serán columnas del Templo y llevarán el nombre nuevo del Cordero.

 
Además, la Verdad misma nos ha prometido que todo lo que estaba oculto, será manifestado, que todo lo que estaba escondido será conocido.

 
Se deduce de todo ello que la Verdad está guardada por una élite; que esta Verdad será revelada antes de la revolución (el fin) de los tiempos por voluntad y con permiso de Nuestro Señor Jesucristo, como ha sido anunciado por los profetas y los apóstoles. Como Juan Bautista preparó y anunció la llegada de Cristo, así la élite en la que habita el espíritu prepara el advenimiento del Sión todopoderoso y del deslumbrante sol de la Verdad; son como los albores que preceden a la aurora. Pero, ¡OH DIOS! Cuán ocultas son las virtudes de estos hombres! ¡Cuán secretos los lugares en los que, en nuestro siglo, ha fijado su morada terrestre el Espíritu!

 
Gozan de incalculables riquezas y parecen pobres y desconocidos en el mundo, pues el mundo no conoce a los hijos de Dios ya que los hijos de Dios no quieren conocer al mundo.
 
Sin embargo, la voluntad de Dios es que lo oculto sea manifestado. Ha declarado a través de su profeta que antes de la revolución (el fin) del mundo toda carne será penetrada por su espíritu.

 
El salmista real afirma que los hijos de los hombres de fe serán embriagados de voluptuosidad bajo las alas protectoras de Dios, que es la Fuente de la Vida y que veremos la luz en su luz.
 
Veamos pues, a través de qué hombres, inspirados por Dios por la virtud del Espíritu, puede realizarse el anuncio y la revelación de esta luz.
 
No se encuentran entre los Padres doctores en Teología ni tampoco junto al mismísimo Papa, que parece poseer y reivindicar en la tierra la cátedra de Jesucristo.

 
Demostraré que los hombres en cuestión, aquellos que han de poseer en su plenitud todos los dones de la ciencia, no se hallan entre estos últimos, que tienen pocos (dones de la ciencia) o carecen de ellos, pues les falta el goce completo de los dones del Espíritu Santo enumerados en la Epístola de los Corintios.
 
No es que carezcan totalmente de dones, uno es elocuente, otro más casto, otro más creyente, etcétera, pero estos dones son en ellos como una representación, un poco como la imagen o la sombra respecto al cuerpo.

 
Los dones reales y eficaces comportan la profecía, la facultad de hacer milagros, la posesión de lenguas, la capacidad de curar enfermedades y son dones que hay que descubrir entre los anunciadores de la verdad oculta.

 
Los elegidos de Dios dicen la verdad plena, profetizan, tienen visiones verdaderas, se expresan en lenguas, interpretan con exactitud las Escrituras, expulsan los demonios, curan enfermos, observan preceptos divinos y no se oponen al Verbo de Dios. Estos son los indicios que pueden hacernos reconocer a los verdaderos discípulos del Espíritu. Y si alguno de nuestros sabios se presenta ante el mundo vulgar como poseedor de todos o de la mayoría de estos dones, mentirá, pues la Verdad no estará en él, no será un servidor de Jesucristo sino un esclavo del mundo y lo propio del mundo es odiar a los justos.
 
A través de mi búsqueda minuciosa he llegado a la conclusión, hermanos muy iluminados, que estáis realmente iluminados por el Espíritu por la impulsión y las advertencias divinas en las que se anuncian y desvelan las cosas que los textos Sagrados han predicho místicamente como teniendo que ocurrir inmediatamente antes del fin del mundo.

 
Vosotros que estáis por encima de los hombres de esta época, habéis recibido del Creador del mundo una felicidad, una virtud espiritual y una gracia divina superiores. Veis en su luz, estáis reconfortados por el Espíritu de la Sabiduría, lleváis una vida feliz y es evidente que habéis recibido todos los dones del Espíritu Santo.

 
Y si vuestros actos están conformes con vuestras palabras, lo que confieso soy incapaz de dudar, digo que habrá que creer en vuestras profecías ya que están en perfecta relación con la Fuente Sagrada de la Verdad.

 
¿Qué entendéis, en efecto, por vuestro León triunfante que ha de venir pronto y que sale de la Tribu de Judá? ¿A qué os referís al hablar de aurora naciente? ¿No es la claridad eterna, anunciada en las Escrituras?
 
 
 


 
 
 
 
 
 
Publicado por egarciaber en domingo, marzo 17, 2013

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